La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) autorizó el pasado 11 de agosto el primer ensayo clínico en personas de una vacuna española frente al covid-19, la vacuna PHH-1V de Hipra. EL laboratorio que tiene su planta en Amer (Girona), realiza los estudios en colaboración con Los hospitales Josep Trueta de Girona y Clínic de Barcelona.
Un laboratorio veterinario que se ha reciclado para producir una vacuna contra el SARS-CoV-2. El laboratorio Hipra tiene experiencia de más de medio siglo en el desarrollo, producción y comercialización de vacunas para salud animal y es la primera vez que trabaja en un inmunógeno para humanos, convirtiéndose en el ensayo español más avanzado para conseguir una vacuna.
Dado que se ha observado que las mayores mutaciones se hallan en las proteínas espigas, se trata de una vacuna desarrollada a partir de dos proteínas encontradas en las variantes Alfa y Beta del coronavirus, un mecanismo distinto del ARN mensajero de Pfizer y Moderna o de los vectores virales de Janssen y Astra Zeneca.
La combinación de estos dos compuestos estructuralmente similares genera una respuesta inmunológica frente a una de las proteínas del virus SARS-CoV-2, conocida como proteína S (de Spike), también llamada proteína espiga en español.
Una proteína espiga, es una glicoproteína: es decir que además de los aminoácidos que forman a una proteína, en su estructura tiene carbohidratos al igual que nuestras propias células en sus membranas también tiene diferentes tipos de proteínas, y es aquí donde actúa el coronavirus para infectarlas.
Las glicoproteínas de la superficie del coronavirus tienen afinidad por la enzima convertidora de angiotensina 2, la ACE2, que está presente en la membrana de las células de los pulmones, arterias, riñón e intestino. Lo que explicaría los órganos y sistemas más afectados por el covid-19.
Pero ahí no acaba el trabajo de la proteína espiga: después de que se une a la ACE2, pone en marcha un mecanismo que ayuda a cortar la membrana celular e introducir su material genético en la célula infectada.
Una vez dentro, utiliza el ADN celular para hacer copias de sí mismo. Cuando hay demasiados virus, la célula se rompe y los virus salen e infectan más células.
Como puntos fuertes está la conservación entre 2 a 8 grados, lo que facilita su logística y la protección contra nuevas variantes que, aunque se base en proteínas de las variantes Alfa y Beta, es capaz de proteger contra otras variantes como la Delta, la más contagiosa de todas las conocidas hasta ahora. Según los datos preliminares de Hipra, su fórmula también genera una fuerte respuesta inmunitaria contra estas cepas. Un enigma será cuando surjan nuevas cepas postvacunales.
Si todo va bien, tal como se ha planteado, estaríamos en condiciones de producir hasta los 400 millones de dosis el próximo año llegando a los 1.200 millones de vacunas en 2023.