Cada vez está más demostrado que la exposición o ingesta a ciertos elementos tienen un potencial efecto negativo sobre nuestra salud y por el contrario la adopción de unos hábitos alimentarios más sanos puede reducir el número de casos anuales en todo el mundo entre un 30% y un 40%. Si a ello se le suma el dejar de fumar, los porcentajes de reducción pasarían al 60%-70%.

Las verduras poseen un papel protector «razonable» frente al cáncer de boca y faringe, esófago, pulmón, estómago, colon y recto; «probable» frente al de laringe, páncreas, mama y vejiga, y «posible» frente al de hígado, ovario, endometrio, cuello del útero, próstata, tiroides y riñón.

Se cree que es «probable» que el abuso de carne incremente el riesgo de cáncer de colon y recto, y que es «posible» que lo haga frente a los de páncreas, mama, próstata y riñón.

Las recomendaciones dietéticas que han ido surgiendo sobre la prevención del cáncer se basan en una alimentación equilibrada que, además, contribuye a mejorar la calidad de vida de la población general.

Algunos consejos:

  • Dieta equilibrada que nos haga estar en un IMC entre 20 y 25.
  • Fruta y verdura diaria (supondrán una ingesta próxima a los 500gr/día).
  • Igualmente tomar cereales diarios -preferiblemente los integrales-, legumbres y patatas.
  • Reducir el consumo de azúcar común o azúcar blanquilla.
  • Se aconseja el salvado de trigo.
  • Potenciar el pescado sobre la carne.
  • Lácteos y derivados mejor desnatados o semidesnatados.
  • Moderar el consumo de alcohol y relacionar al tamaño de la persona. En el caso de las mujeres, limitar a un vaso o un botellín pequeño la ingesta diaria de bebidas alcohólicas de baja graduación como cerveza, sidra o vino, y a dos unidades en el caso de los hombres. La combinación de alcohol y tabaco aumenta el riesgo de cáncer bucal, de laringe y de esófago.
  • Reducir el consumo de las carnes más grasientas y de los derivados cárnicos (embutidos, fiambre y patés…).
  • No abusar de alimentos salados y restringir la sal en la cocina y en la mesa. Su consumo total debe ser inferior a 6 gramos al día.
  • Limitar los alimentos ahumados y adobados caseros. El ahumado natural provoca la formación de sustancias cancerígenas. Estudios epidemiológicos internacionales sugieren que las poblaciones que consumen dietas ricas en alimentos ahumados, salados y adobados, presentan mayor incidencia de cáncer de esófago y estómago.
  • Seguir métodos de cocinar adecuados.

1. Freír los alimentos a la temperatura adecuada, desechar el aceite sobrecalentado y no reutilizarlo varias veces. Se recomienda el aceite de oliva (es el que mejor resiste las altas temperaturas sin descomponerse).
2. No abusar de la parrilla o la barbacoa porque cuando la grasa funde sobre las ascuas se forman y se liberan sustancias cancerígenas.
3. El asado siempre debe ser en su punto justo, evitando el uso y abuso del grill y las mismas consideraciones debemos hacer para los alimentos a la plancha de forma que evitemos la producción de zonas quemadas o sobre tostada.
4. La mejor forma de tratar los alimentos es mediante la cocción, el papillote, al vapor y en lo que sea posible en crudo.

 

 

Recuerda que una alimentación equilibrada y sana mejora la calidad de vida evitando sufrir muchas enfermedades.

“Mencion-especial-de-la-Comunidad-de-madrid”