El absentismo laboral cuesta aproximadamente 25.500 millones de euros a la economía española y es uno de los problemas que más afectan a la competitividad de las empresas. Según los últimos datos en poder de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), el gasto por prestaciones por incapacidad temporal asciende a 9.455,3 millones de euros, lo que supone un 1% del PIB, a los que se suman 16.000 millones de euros que tienen que invertir las empresas para sustituir a los trabajadores.

Asimismo, el absentismo provoca un coste de oportunidad para las empresas de 55.000 millones de euros, lo que equivale a decir que la cantidad de bienes o servicios que no se prestan ni se producen debido a las bajas de los trabajadores tienen un valor similar a la capitalización bursátil de empresas como Inditex o Banco Santander. Durante el año 2012, el absentismo por incapacidad temporal por accidentes o enfermedades no laborales ocasionó un total de 173,6 millones de días de trabajo perdidos, lo que supone que el número equivalente de empleados que no acudieron a su puesto de trabajo ningún día del año fue de 791.079.

A pesar de que las cifras son muy altas, desde el inicio de la crisis en 2008 se ha producido un cambio en la tendencia del absentismo, que ha ido disminuyendo año tras año. Así, en 2011 el número equivalente de personas que no acudieron a su puesto ningún día del ejercicio fue de 940.405, con un total de 206,5 millones de días de trabajo perdidos, un 19% más que en 2012.

En este sentido, la empresa de trabajo temporal Adecco lanzó el II Informe sobre Absentismo, en el que se analiza esta tendencia bajista y se cifra la tasa de absentismo en 2012 –porcentaje de las horas no trabajadas (sin contar vacaciones, ni festivos, ni horas perdidas debido a ERTE) respecto a la jornada pactada efectiva– en el 4,3%, medio punto porcentual menos que en 2011. Aunque se empieza a vislumbrar cierta mejora en las ausencias al trabajo, España sigue siendo el país con mayor nivel de bajas laborales de entre los siete analizados en el informe. Desde 1960 hasta 2010 la media de días perdidos por trabajador y año en nuestro país fue de 11,4, liderando el ranking por delante de Suiza (10,9), Finlandia (8,4), Dinamarca (7) y Canadá (6,5).

El director de Relaciones Laborales de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), José de la Cavada, apuntó la semana pasada que habría que plantear una reforma de los permisos laborales por fallecimiento o enfermedad de familiares, ya que parte del Estatuto de los Trabajadores «es una copia de la legislación del franquismo, que no corresponde con la necesidad que tiene una persona para ir a un acontecimiento familiar de este tipo».

Así, recomendó leerse el artículo 37 del Estatuto, en el que se recoge que un empleado «tiene dos días de permiso por fallecimiento, accidente, hospitalización o intervención quirúrgica, que precise reposo domiciliario, de parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad y, si el empleado necesita desplazarse, el plazo sería de cuatro días» y también animó a comprobar si hay alguna norma similar en Europa.

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