La creciente amenaza a la salud pública que representa el uso de los cigarrillos electrónicos

EMESA PREVENCIÓN, entre sus políticas de promoción de la salud dirigidas a nuestras empresas clientes, quiere alertar de los riesgos de utilizar cigarrillos electrónicos que están siendo minusvalorados con respecto al uso de cigarrillos de tabaco.

El uso de cigarrillos electrónicos ha ido ganando popularidad desde su aparición en 2007, las ventas se han multiplicaron por 14 en la última década y existe una alarma creciente del uso del vapeo entre adolescentes y adultos jóvenes.

Los adolescentes son muy influenciables ante cualquier novedad, sin reparar si es bueno o malo. Las redes sociales que manejan tweets y fotos de adolescentes utilizando cigarrillos electrónicos y otros artículos de tabaco alternativo, calan en los mas jóvenes y hacen que los prueben. La inclusión de sabores añadidos, los regalos promocionales de camisetas, gorras, etc. y la publicidad engañosa de su inocuidad, hacen que se utilicen cada vez más.

En un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, se ha descubierto que poseer artículos que promocionan los cigarrillos electrónicos y otros productos de tabaco alternativos duplica la probabilidad de que una persona joven los pruebe.

En nuestro país, el Consejo Interterritorial de Salud Pública ha alertado sobre el tema y diversas Comunidades Autónomas, entre otras la Dirección General de Salud Pública y Adicciones de la Consejería de Salud de Murcia ha desaconsejado el consumo de cigarrillos electrónicos y de productos de tabaco sin combustión por sus efectos perjudiciales para la salud. España firmó en el año 2003 el convenio marco del control del tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los productos de tabaco sin combustión contienen una proporción igual o, incluso, superior de nicotina a la de los cigarrillos tradicionales, por lo que produce los mismos efectos fisiológicos y adictivos de la nicotina. En el caso de los cigarrillos electrónicos, se han encontrado sustancias cancerígenas en los líquidos y vapor que genera, por lo que no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor.

 

Los cigarrillos convencionales producen dos tipos de adicciones, una física por la nicotina, de corta duración cuando se deja de fumar y una psicológica más difícil de eliminar. El uso de cigarrillos electrónicos no modifica la conducta por la similitud con el cigarro convencional y pueden mantener esta adicción psicológica.

El principal inconveniente del uso de cigarrillos electrónicos es que no hay estudios, que no sean de parte, sobre los efectos a largo plazo. Se especula con una menor toxicidad, pero las altas temperaturas descomponen el propilenglicol en oxido de propileno de efecto cancerígeno, el glicerol produce acroleína (cancerígena) aunque en menor proporción que el cigarrillo clásico. También aparecen nitrosaminas, metales, compuestos fenólicos y orgánicos volátiles. Hay niveles de níquel detectados mayores que los hallados en el tabaco convencional. Aunque el riesgo global, es a priori, menor que el consumo de tabaco tradicional, sigue existiendo un riesgo. Lo que quiere decir que si hay riesgo no es inocuo.

El uso de cigarrillos electrónicos no modifica la conducta por la similitud con el cigarro convencional y pueden mantener esta adicción psicológica.

Según nuestra legislación la Ley 28/2005, de medidas sanitarias frente al tabaquismo, y reguladora de la venta, suministro, consumo y publicidad de los productos del tabaco, se aplica a todo tipo de estos productos, en cuanto a restricciones en su venta, promoción, publicidad y patrocinio, y en relación a los espacios en los que está prohibido su consumo. En esta Ley están incluidos los cigarrillos electrónicos, en la categoría de productos relacionados con el tabaco.

Los adultos que fuman cigarrillos electrónicos u otros productos de vapeo son significativamente más propensos a tener un ataque cardíaco, enfermedad coronaria y depresión en comparación con aquellos que no los usan o cualquier producto de tabaco, según una investigación presentada en la 68ª Sesión Científica Anual del Colegio Estadounidense de Cardiología.

Como regla general, los vapores inhalados por los usuarios de cigarrillos electrónicos contienen una dosis más alta de nicotina que los cigarrillos tradicionales.

La Ley Antitabaco que prohíbe fumar en los centros de trabajo cerrados y deja a criterio del empresario el hacerlo en los centros al aire libre, afecta tanto para los clientes como a los trabajadores. Respecto al uso de cigarrillos electrónicos se prohíbe expresamente en los transportes públicos, parques infantiles, establecimientos sanitarios o docentes y en las administraciones públicas. En los centros de trabajo queda a decisión de los jefes o de si molestas a algún compañero o cliente.

Según la nueva norma de registro de control horario, la empresa podrá descontar como tiempo efectivo de trabajo, las pausas del cigarrillo (convencional o electrónico) al igual que las del bocadillo, comida, etc., aunque en vez de utilizar el fichaje para controlarlo, admite el redondeo del tiempo de las pausas.

EMESA PREVENCIÓN, siguiendo los consejos de las autoridades sanitarias desaconseja el consumo de cigarrillos electrónicos y de productos de tabaco sin combustión por sus efectos perjudiciales para la salud.

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